Cómo implementar un Modelo de Prevención de Delitos paso a paso

En un contexto donde las exigencias legales y éticas aumentan, las empresas necesitan adoptar medidas eficaces para prevenir conductas ilícitas en sus operaciones.

El Modelo de Prevención de Delitos (MPD) surge como una herramienta clave para reducir riesgos penales, proteger la reputación corporativa y asegurar el cumplimiento normativo.

Aunque no todas las organizaciones están legalmente obligadas a contar con uno, su implementación recomendada para una gestión responsable y proactiva.

Te explicamos cómo implementar un MPD de forma estructurada y efectiva.

Conoce tus riesgos

Todo MPD debe comenzar con un diagnóstico riguroso de riesgos. Este análisis busca identificar y evaluar aquellas actividades de la organización que podrían dar lugar a delitos, tanto desde el punto de vista interno (empleados, directivos) como externo (proveedores, clientes, socios estratégicos).

¿Qué incluye esta etapa?

  • Mapa de procesos y operaciones: Comprender el flujo de actividades críticas donde podrían surgir riesgos.
  • Identificación de delitos aplicables: Dependiendo del país, pueden incluir cohecho, lavado de activos, delitos tributarios, delitos informáticos, entre otros.
  • Evaluación del impacto y la probabilidad: Asignar niveles de criticidad a cada riesgo identificado.
  • Factores contextuales: Analizar la cultura organizacional, historial de incidentes, y contexto regulatorio específico del sector.

Este diagnóstico debe involucrar a distintas áreas de la empresa y, en muchos casos, apoyarse en consultores externos para garantizar objetividad.

Diseña el plan de acción

Con los riesgos ya identificados, el siguiente paso es diseñar un plan que permita gestionarlos de manera ordenada. Este plan debe definir qué se quiere lograr, qué medidas se van a tomar, quién será responsable de cada acción y en qué plazos se llevarán a cabo. También es importante prever los recursos necesarios para su implementación.

Un plan bien diseñado permite avanzar de forma coherente y medir el progreso del modelo con mayor precisión.

Elabora el MPD

El Modelo en sí debe consolidar todos los elementos anteriores en un documento formal que funcione como guía operativa para la organización.

¿Que debe tener este documento?

  • Código de ética y conducta: Principios que rigen el actuar de todos los colaboradores.
  • Protocolos internos: Procedimientos específicos para evitar la comisión de delitos.
  • Matriz de riesgos y controles: Relación entre los riesgos identificados y las medidas adoptadas.
  • Roles y responsabilidades: Definir quién integra el comité de cumplimiento, cómo se gestiona la denuncia de irregularidades, entre otros.
  • Mecanismos de control y monitoreo: Cómo se evaluará el cumplimiento del modelo.

Este documento debe ser práctico, no meramente teórico.

Comunicación y formación interna

Esto incluye no solo a empleados, sino también a terceros relacionados con la empresa, como proveedores o socios comerciales.

La implementación de un MPD no tiene sentido si no se comunica adecuadamente y si quienes deben cumplirlo no entienden su importancia.

Estrategias clave:

  • Difusión del modelo: A través de charlas, materiales gráficos, plataformas internas y reuniones.
  • Capacitación continua: Programas de formación adaptados a distintos perfiles (ejecutivos, operativos, administrativos).
  • Inclusión de terceros: Extender el conocimiento del modelo a proveedores, contratistas y aliados estratégicos.

La formación no debe ser un evento aislado, sino parte de una estrategia continua que mantenga viva la cultura de cumplimiento.

Implementación y supervisión

Una vez definido y comunicado el MPD, llega el momento de ponerlo en marcha. Esto significa que las políticas y controles deben aplicarse de forma efectiva en la operación diaria.

La supervisión debe ser constante y basada en datos, no una formalidad.

  • Seguimiento de indicadores: Medir cumplimiento, número de capacitaciones, controles aplicados, entre otros.
  • Canales de denuncia confidenciales: Permitir que empleados y terceros puedan reportar irregularidades sin temor a represalias.
  • Monitoreo activo: Supervisión periódica por parte del área de cumplimiento o un comité especializado.
  • Reacción ante desviaciones: Aplicar sanciones internas o medidas correctivas cuando sea necesario.

Evaluación y mejora continua

Un MPD efectivo es aquel que se revisa y actualiza constantemente. Las empresas evolucionan, las leyes cambian, y los riesgos también.

Para que sea realmente eficaz, el MPD debe evaluarse de forma periódica y actualizarse según los resultados obtenidos, los cambios normativos y las nuevas situaciones que puedan surgir.

Las auditorías internas, los informes de cumplimiento y la retroalimentación de los usuarios son herramientas clave para mejorar constantemente el modelo y adaptarlo a las nuevas realidades.

Un modelo adaptado, no genérico

Es importante recordar que cada empresa es diferente, por lo que el MPD debe ser diseñado a medida, teniendo en cuenta sus particularidades operativas y legales. Además, debe ser dinámico, capaz de evolucionar con la normativa y las necesidades internas.

Asimismo, debe involucrar a toda la organización. La prevención de delitos no es solo tarea del área legal o de cumplimiento, sino de todas las personas que forman parte de la empresa, así como de terceros que interactúan con ella.

Implementar un MPD no es solo una obligación legal en algunos casos, sino una estrategia inteligente para fortalecer la integridad empresarial. Un enfoque riguroso, adaptado y supervisado permite anticiparse a posibles riesgos, mejorar la toma de decisiones y proteger tanto los intereses de la empresa como los de sus colaboradores y clientes.

Gonzalo de la Fuente

Gonzalo de la Fuente L.

Socio

Después de graduarme como Contador Auditor en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, continué con estudios en Diplomados en NIIF e hice el Magíster en Gestión con Mención en Finanzas y Contabilidad en la misma universidad, y luego un Diplomado en Impuestos en la Universidad de Chile. Tengo 17 años de experiencia realizando auditorías de estados financieros y asesorías, atendiendo principalmente a clientes de las industrias de servicios y manufactura.

Parte importante de mi carrera la desarrollé en EY, como ejecutivo del área de Mercado Privado. También soy profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad Andrés Bello y Perito Contable acreditado en las cortes de Santiago, San Miguel y Rancagua.

Francisco Hernández

Francisco Hernández R.

Socio

Soy Contador Auditor y Diplomado en Gestión financiera y de empresas de la Universidad de Chile. Llevo más de 25 de años trabajando en auditorías y asesorías financieras, lo que me ha permitido ganar una vasta experiencia apoyando, acompañando y solucionando los problemas de mis clientes.

Antes de embarcarme en el desafío de formar AHD, fui ejecutivo en EY, donde tuve la responsabilidad de dirigir auditorías a empresas nacionales y extranjeras y de diversas industrias.

Gonzalo Aballay A.

Socio

Comencé mi camino como Contador Auditor y posteriormente realicé un Magíster en Gestión con Mención en Finanzas y Contabilidad en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, hace ya 21 años. Hasta ahora ha sido un recorrido muy valioso y con mucho aprendizaje. En este recorrido he realizado auditorías y asesorías a clientes de diversos tamaños e industrias, lo que me ha permitido ir conociendo los distintos entornos y desafíos que enfrentan las empresas.

Desarrolle mi carrera profesional por casi 15 años como ejecutivo en EY hasta fundar AHD donde actualmente actúo como socio líder de la firma.

Manuel Escobar

Manuel Escobar B.

Socio

Soy Contador Auditor y Magíster en Gestión con mención en finanzas de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, con más de 18 años de experiencia en donde he participado en auditorías y asesorías tributarias a prestigiosas empresas e instituciones de diversos rubros, tanto nacionales como internacionales.

Junto con la consultoría, dedico parte de mi tiempo a la academia, como profesor en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y otras instituciones de educación superior.